martes, 26 de mayo de 2009

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Vía Alt1040
domingo, 17 de mayo de 2009

REVOLUCIÓN Y DEMAGOGIA


ARQUETIPO DEL DEMAGOGO

Por Diego Márquez Castro

"Ponte una corona, haz una libación a la estupidez y ataca a tu rival denodadamente". Demóstenes

La demagogia desde los tiempos de la antigua Grecia se ha caracterizado por constituirse en una falsificación y una corrupción de la democracia. El centro, eje y motor de un proceso de esta naturaleza es el líder transformado en demagogo. Este personaje ha sido caracterizado por Emilio Temprano, investigador en este campo, como un centauro de la vida política, al cual se le distingue a mucha distancia.

Plantea el mencionado autor que el demagogo "apenas pronuncia sus primeras palabras, ya se sabe cuál es su intención: el mandato, la dominación, el lucimiento, pero, fundamentalmente, la permanencia en el torbellino del éxito". En tal sentido, si hay algo que debe reconocerse en este tipo de líder es su tesón por figurar y estar en primera línea en el escenario político. Así como el vampiro de los relatos de terror vive de la succión de la sangre humana, el demagogo vive de la exaltación a su imagen, de los aplausos y los elogios. El demagogo es egocéntrico y no soporta que otro le "robe" el escenario.

El investigador consultado es de la opinión que uno de los elementos que forman parte de su personalidad es "su fluida oratoria provocativa contra sus oponentes y su habilidad para halagar al 'pueblo". Sin embargo, manifiesta que el demagogo no debería fiarse de tales lisonjas, pues la antigua sentencia latina ya advierte que: 'No des fe a los cazadores de palabras demasiado halagadoras. El cazador atrae a los pájaros con el dulce sonido del caramillo'. De ahí que la facilidad de los demagogos para la adulación da mucho qué pensar".

Temprano esboza un conjunto de rasgos propios de los demagogos de todos los tiempos, ante cuyos líderes y discursos "hay que tomar las debidas precauciones si no se quiere terminar preso en la telaraña urdida con la incansable elocuencia de estos demiurgos". He aquí, pues, algunas de las características psicológicas esenciales de los demagogos:

- Autoritarismo.

- Insolencia y arrogancia.

- Fácil elocuencia, con un don innato a la persuasión.

- Excelente "comunicador" para convencer a las masas.

- No duda jamás, vive de afirmaciones y negaciones rotundas.

- Se alimenta generalmente de tópicos vulgares.

- Es violento y provocador nato.

- La difamación y la calumnia suelen ser a veces sus armas predilectas.

- Recurre, si es preciso, a la emoción inflamada.

- Utiliza la ironía retadora o el humor bufonesco.

- Su oratoria se asienta en los prejuicios más rastreros.

- Desprecia cualquier opción alternativa, aunque

hable difusamente de derechos humanos.

- El reduccionismo histórico está presente en su discurso.

- Emplea la mentira de forma descarada y sin
parpadear.

- Adulador de los sentimientos populares.

- Utiliza con naturalidad las técnicas de la intriga.

- Recurre a gestos y expresiones bajas y chabacanas.

- Manipula a su conveniencia el vocablo "pueblo".

- Narcisismo unido a una pedantería insoportable.

- Le gusta rodearse de gente sumisa para que lo adulen y admiren.

Estas características las extrajo Temprano, como denominadores comunes, de la personalidad desplegada por líderes de la contemporaneidad, de quienes "unos creen que son gentes para escapar a kilómetros y otros, los consideran seres privilegiados, se arroban ante ellos y los aclaman".

Dentro de este orden de ideas, el investigador destaca que "en el fondo del demagogo siempre se destaca, por mucho que lo disimule, una personalidad autoritaria que quiere imponerse a los demás: por medios violentos si es preciso. El germen del dictador se le puede detectar desde sus primeros años. Ante un público de admiradores, casi nunca se muestra con su verdadero rostro autoritario, salvo en épocas de fiero dogmatismo político. Según Le Bon, la multitud sólo puede ser impresionada por sentimientos excesivos, y el damagogo que desee seducirla debe abusar de las afirmaciones violentas. Su método consistirá en exagerar, asegurar, repetir y no intentar jamás demostrar nada mediante razonamientos".

El demagogo se convierte en un hábil maestro en la utilización de los discursos falaces caracterizados por la lógica como argumentos de la fuerza, al pueblo, de la autoridad, contra la persona, de la misericordia, entre otros. Su habilidad consiste en convencer a otros de que lo falso es verdadero.

Finalmente, cabe destacar que, en opinión de Aristóteles: "Las democracias se alteran sobre todo por la insolencia de los demagogos". A lo cual el autor consultado complementa: "¿Insolencia? He aquí la clave de su éxito". Saque usted sus propias conclusiones.




Según fuentes fidedignas se le habría prohibido tomar su yogurt por las mañanas. Además tendrá suspendido el servicio de TVcable y no podrá jugar más de una hora diaria de videojuegos.

El Comercio

Ecuadorinmediato

Algo que acabo de leer en el blog La Alharaca me impulsó a escribir este post para compartir con ustedes un enlace a la versión PDF del libro de Carlos Alberto Montaner: "Las Raíces Torcidas de América Latina".

Hace pocos días en una de sus acostumbradas maniobras mediáticas, el Mico Mandante puso nuevamente en boca de muchos el libro del uruguayo Eduardo Galeano"Las Venas Abiertas de América Latina". Honestamente no he leído el libro de Galeano, libro que algunos han decidido llamar La Biblia del Idiota. En algún momento tal vez me daré el tiempo para leerlo por completo. Puede ser que luego de leerlo hasta me haga seguidor de Chavez y Correa.

Pero por ahora a más del enlace que ya puse arriba al libro de Carlos Alberto Montaner, quiero compartir con ustedes una parte de su texto:

Pudiera parecer que «el gran problema» de América Latina es el militarismo, pero tal vez estemos ante el error de tomar el síntoma por la enfermedad o el rábano por las hojas. La verdad es que la cuestión de fondo radica en la inconformidad de una parte sustancial de los latino americanos con el Estado en el que se dan cita en calidad de ciudadanos. No creen en él. No perciben a sus gobernantes como servidores públicos elegidos para beneficio de la sociedad. Sospechan que sus leyes son injustas y que sus jueces sentencian sin equidad, si es que alguna vez se logra mover la pesada maquinaria legal. Dan por sentada la corrupción de los políticos y de las burocracias oficiales: los más inescrupulosos, incluso, se sirven de ella para «engrasar» sus negocios. Y aunque los latino americanos suelen sancionar las constituciones en referéndums, lo hacen de una manera mecánica. Pura liturgia en la que no entran las convicciones más íntimas.

Ahora para tener algo de contraste, acá reproduzco un fragmento del libro de Galeano (sí, ahí está el enlace también):

Para quienes conciben la historia como una competencia, el atraso y la miseria de América Latina no son otra cosa que el resultado de su fracaso. Perdimos; otros ganaron. Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos: la historia del subdesarrollo de América Latina integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial. Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y los caporales nativos. En la alquimia colonial y neo colonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se convierten en veneno.

Ahí tienen material para ver el tema desde las dos orillas. Los gobiernos Socialistas del Siglo XXI se manejan con la teoría de las venas abiertas, mientras que algunos preferimos otras teorías menos hemofílicas.